Contingencia emocional
Es importante que cuando una persona presente síntomas de ansiedad, nerviosismo continuo, tensión sostenida, sensación de peligro inminente, preocupación excesiva, dificultad para interesarse por otros asuntos, problemas para conciliar el sueño, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, respiración acelerada, temblores sin causa justificada o síntomas de pánico, se trate de identificar aquellos pensamientos o ideas que están causando sus malestares, los acepte, recupere la calma y pueda darle una expresión adecuada a las emociones asociadas. Si es posible sería beneficioso compartirlas con alguien de su entorno próximo o de forma virtual con un familiar, amigo o vecino de confianza.
También será importante practicar un ejercicio de cuestionamiento de la situación que lo atemoriza por medio de la búsqueda de información calificada, contrastando evidencia empírica y datos fiables. También puede resultar muy útil descentrar el foco de atención y buscar temas alternativos de conversación o actividad.
Si se encuentra solo o sola será importante informar de su estado a algún familiar, amigo o vecino de confianza. Es importante acudir a personas que pueden generar tranquilidad y evitar a los/as alarmistas.
Otras alternativas para el manejo de los síntomas consisten en escribir o mantener un diario con sus pensamientos, o realizar ejercicios de estiramiento, caminar, cantar, bailar, respirar de forma pausada y hacer ejercicios de relajación o meditación. Resulta importante recuperar las habilidades, capacidades y destrezas con las cuales se afrontaron situaciones similares en el pasado. De alguna forma, las personas cuentan con cierta capacidad de resiliencia que deben utilizar a su favor ante esta nueva situación.
Cuando nada de esto resulte y los síntomas persistan o se agraven, se deberá buscar ayuda especializada en los canales oficiales habilitados o en la consulta particular. Una forma de valorar la necesidad de recurrir a un profesional es cuando la angustia se vuelva insoportable, cuando aparezcan pensamientos de muerte, cuando se dificulte establecer una discriminación entre hechos reales e imaginarios, cuando se generen conductas de riesgo para sí mismo o los demás, etc.
¿Cómo afrontar situaciones de cuarentena y de distanciamiento social?
Distanciamiento social
La principal recomendación para atenuar la propagación del contagio del virus por medio del distanciamiento social necesariamente involucrará cambios en el estado de ánimo de las personas y sus entornos familiares, no sólo porque se verán recluidas en sus domicilios, planteándose nuevas condiciones de hábitat, sino además porque se verá interrumpida su cotidianeidad.
Es importante tener presente que una de las características humanas más importantes en el mundo contemporáneo es la necesidad de establecer vínculos con otros, y precisamente la fórmula más eficaz para combatir la extensión del contagio atenta contra esa necesidad primordial. De manera favorable, para muchas personas las redes sociales virtuales proporcionan otros entornos de interacción y a partir de esa conectividad y las múltiples opciones de entretenimiento podemos sortear mejor el distanciamiento físico y social. Sin embargo, es importante no exagerar la exposición en los medios virtuales.
Será vital apelar a la creatividad para idear alternativas para pasar el tiempo y estar comunicados con amigos/as y compañeros/as de trabajo, de igual manera que con los otros integrantes del seno familiar, sobre todo con los niños y niñas. Lógicamente la reclusión de las familias en sus respectivos domicilios implicará la necesaria adecuación de las normas de convivencia y las pautas de interacción.
Naturalmente surgirán conflictos de convivencia que deberán ser abordados con posiciones constructivas y colaborativas, respetando los tiempos de introspección de cada sujeto. Cuando sea posible será beneficioso mantener hábitos familiares usuales, rutinas de trabajo online, estudio programado y horarios de descanso, juego, ejercicio y ocio.
La higiene personal y familiar es de capital importancia, así como el establecimiento de una dieta balanceada y nutritiva, e hidratación frecuente. Las actividades manuales y el ejercicio físico son muy favorables para el control de la ansiedad y cumplen un papel de distracción. Es suma, será importante reestructurar una planificación familiar de acuerdo con las características y los tiempos de los sujetos involucrados.
La cuarentena y el distanciamiento social pueden causar malestar generalizado, estrés, irritabilidad, ansiedad, desánimo, enojo, frustración, aburrimiento, miedo, desesperanza, y sus manifestaciones pueden ser sostenidas durante la situación de crisis o reaparecer posteriormente al restablecimiento de los vínculos sociales habituales.
Naturalmente podrán presentarse alteraciones del sueño y del ritmo circadiano, evidenciándose a través de la pérdida de referencia temporo-espacial.
Será importante no automedicarse, y resultará más aconsejable plantearse diversas estrategias de distracción, ocupación, ejercicio físico, lectura, música, películas, etc.
Atender a la situación de distanciamiento es tan importante como el proceso de recuperación de las actividades cotidianas, para ello deberá idearse acciones complementarias a la situación puntual. Es importante afrontar este periodo crítico con optimismo y plantearlo como algo transitorio y como un resguardo necesario de nuestra salud individual, familiar y colectiva. Puede resultar un momento propicio para replantear objetivos personales y familiares.
Igualmente se recomienda aprovechar la reclusión para destinarla a aquellas actividades o proyectos que generalmente suelen postergarse por de falta de tiempo, así como también aprovechar para reconectar o profundizar los vínculos con las personas del entorno familiar.
Tomado de: Mensaje de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP)
Dr. José Ángel Vera Noriega
Miembro titular activo
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